La industria de la tecnología y lo “cool” de tener una “startup” pasó de moda porque no cumplió con la promesa de facilitarnos la vida. No es algo que lo diga solo yo, también lo dice Freddy Vega, CEO de Platzi, por citar un ejemplo.
Está claro que la industria de la tecnología nos decía que vamos a tener trabajos más fáciles, nos íbamos a entretener mejor y más tiempo libre. Nada se cumplió. Sueños caen y uno se debe someter a lamentarse porque el sueño de la startup propia se rompió.
No puedo negar que amo la industria de la tecnología. En la práctica me trajo amor y odio, pero sigo enamorado de ella. Lástima que no es una opinión general y es cada vez menos popular. Esta industria está invadiendo la sociedad como una peligrosa droga que tiene fuertes consecuencias.
Cosas malas nubladas por lo cool
En los últimos años, aumentó el riesgo de suicidios en adolescentes por estar expuestos por muchas horas al día en redes sociales. Esta relación entre redes sociales y suicidios es clara consecuencia de las acciones de las apps para mantenernos como “usuarios activos”.
El oido radical que se experimenta en Twitter desde hace años, pero en especial desde que Elon Musk tomó el control de la compañía es insoportable. Pese a ser una red muy amada por muchos, Elon y todo el humo atrás de él están destruyendo el proyecto.
Estamos ante una droga inyectada por medio del diseño de interfaces y experiencia de usuario como es TikTok y no sabemos qué hacer para enfrentarla. Una adicción digital que no sabemos como tratarla o no queremos ver que es un problema real.
Desgobierno y colapso de la democracia mediante Facebook hacen que estemos en un mundo donde no sabemos quién es el que toma las decisiones reales. Un sistema obsoleto que desde su implementación en Atenas y con el crecimiento de la población mundial es cada vez más mediocre, hoy colapsa.
Zoom, Meet, Teams y otras plataformas de videollamadas nos crean fatiga y asocia eso a la interacción humana, lo que hace degradar a fondo las relaciones humanas. Nos aleja mucho, nos quita todas las bondades que nos da conversar cara a cara.
Poca seguridad en la industria
A esto se suma que la industria de la tecnología no está pasando por su mejor momento en materia de generar seguridad para quienes están ella. Nuestras amadas startups y empresas están desapareciendo o despidiendo personal para mantenerse a flote.
También ya forma parte de esta industria, ver moverse millones de dólares hacia ideas fraudulentas como Theranos de Elizabeth Holmes que al final no tienen un castigo fuerte. Mientras existen problemas que venimos arrastrando hace siglos.
Dentro de la cultura abierta, de más apertura, la no discriminación, después de demostrar que la diversidad ayuda a potenciar la creatividad y dar mejores resultados, también encontramos fuertes casos de acoso y abusos en las altas esferas ejecutivas.
El ego de los founders
Los egos también son un factor grave dentro de la industria tecnológica, ya que de un tiempo a esta parte, las boludeces que dice Elon Musk, las declaraciones de Mark Zuckerberg, Daniel Ek yendo en contra de los músicos, entre otros, no aporta nada últimamente.
Pero nuestras amadas startups y empresas de la industria de la tecnología siguen siendo la forma más rápida de generar ingresos y tener buenos sueldo. En la actualidad no existe otra forma más eficiente de romper el ciclo de la pobreza y cambiar el mundo.
El chiste es que nadie cree que puede cambiar el mundo con una startup creada desde un lugar remoto del mundo con conexión a internet. Aunque sea verdad y existan miles de ejemplos. La gente ya no lo cree, emprender en tecnología ya no es cool.
Los inversores ya no creen en eso, esto deja con una caída de la inversión a nivel global. Siendo Estados Unidos el país más perjudicado por ser el epicentro de la industria. Sin dudas que eso cae también como un mazo a LATAM y otras regiones, cosa que solo puede ser malo.
Sumemos a esto la caída del Silicon Valley Bank, que son proyectos geniales, hermosos, que caen por las emociones de la gente y el sistema actúa para salvar a las personas, dejando caer proyectos como SVB, esa credibilidad en la industria caer fuerte.
Ya no se comen historias
Lo que va a pasar es que la idea de crear un startup con una laptop va a morir. La gente no va a creer más en historias mágicas que nacen de la industria de la tecnología y cada vez la va a odiar más, tanto que se va a convertir en una gran bola de nieve.
Todos van a buscar trabajos más seguros, tal vez en las empresas consolidadas de la industria o volverán a lugares seguros donde se le de cheques mensuales mientras compran la tranquilidad de mantener a sus familias.
También vamos a ver que Amazon, Google, Facebook, Apple, etc se van a hacer mucho más grandes y van a tomar más parte del mercado que se la dividían con proyectos pequeños, pero que con una idea podía hacer templar a corporaciones gigantes.
Podemos decir que al dejar de ser cool emprender en tecnología, todo eso de contracultura que lleva en sus genes los proyectos de internet, terminan siendo el nuevo status quo. Las llamadas Big Tech son en este conflicto las más afortunadas.
Esto puede disparar a momentos como cuando Bill Gates era el malo de la película, o veamos a los CEOs de las Big Tech con cara de Steve Jobs, pero ese Jobs insoportable, egoísta, narcisista, etc. Es un momento donde emprender en tecnología va a ser visto como malo o utópico.
Cerrar la fuc**** boca
Para quienes están en la industria de la tecnología es momento de cerrar la fuc**** boca y producir. Así de simple, aprender de Wall Street, que después de años de alardear sus lujos, sus privilegios, etc, etc, se dedicaron a cerrar la boca, trabajar y generar dinero.
Así como dejó de ser cool estar ganando mucho plata en Wall Street, ya no es cool emprender en tecnología y ser un CEO que habla de lo bueno, lo genial, lo único que es él y su proyecto que está cambiando al mundo.
Es hora de soltar las reflexiones sobre lo bueno que es emprender en tecnología y empezar a trabajar fuerte, claro y directo para generar plata, mejorar el ambiente o dar algo en lo social, sin que esto sea un discurso, más bien sea una realidad.
|